domingo, 31 de diciembre de 2017

CELEBRAR LA VIDA.




"Se trata de una lucha entre los que piensan que
la justicia, entiéndase lo que se entienda por
dicha palabra, es más importante que la vida,
y aquellos que, como nosotros, pensamos que la vida tiene prioridad sobre muchos otros valores, convicciones o credos”. 

“Contra el fanatismo” Amos Oz 



Hoy es Fin de año y –como sucede cada año- anda la paz en boca de todos. Está de moda desearla a los demás, planteársela como propósito familiar y personal para el año venidero.

Nada, sin embargo, más lejos de nosotros que la paz en Venezuela, donde el respeto a la vida, parece haberse perdido y donde anda la muerte armada cobrando víctimas por todos lados.

Siembra el régimen, el narco, la muerte no solo con la droga que distribuye, si no, dejando desamparados a nuestros ciudadanos, sumergidos en una gran crisis económica, pero sobre todo moral, sobre todo entre los jóvenes y las balas que tan pródiga e indiscriminadamente reparte. 

La muerte con escándalo, la muerte ejemplar, la muerte como instrumento para que el terror se extienda entre nosotros y puedan ellos hacerse del país.

Siembran la muerte, la desigualdad, la falta de bienestar y oportunidades, la pérdida de la esperanza entre muchos que hoy, sin pensarlo demasiado, extienden la mano, toman el arma e inmersos en una subcultura que exalta a los capos, se deciden a emularlos. 

Celebra, o casi, el poder la muerte, urgido de legitimación, sometido a presiones propagandísticas, inmerso ya en la lógica electoral y en la justificación de sus trágicos desaciertos, criminalizando de tajo y con brutal ligereza –“se matan entre ellos” aduce el mismo Nicolas Maduro- a las miles víctimas que ha producido el mantener a la revolución bolivariana, el proyecto del difunto.

Celebra, o casi, el poder la muerte, sitiado por su ineficiencia, incapaz de ver soluciones que no sean las que propone, las que a sus intereses conviene. Limitado a responder militarmente a un problema que, sólo por la fuerza de las armas, no habrá de resolverse jamás. 

Desayunamos con presos, almorzamos con tortura, cenamos con crímenes impunes que aunque se acumulan uno tras otro, se olvidan muy pronto, en lo que sobreviene el próximo escándalo, la próxima tragedia. 

Todo se reduce a la estadística, a muertos sin nombre y sin historia. Perdidas ya la capacidad de asombro, de indignación, de organización social frente a la violencia dejamos que la muerte, porque a ella nos hemos acostumbrado, se cuele, todos los días, en nuestras casas.

Y como cunde el miedo, cunde también la intolerancia y hay cada vez más voces que se alzan pidiendo mano firme, castigo expedito, ya no se pide justicia, por que en Venezuela no se sabe de eso, las leyes son para los que pensamos diferentes, los ciudadanos ahora piden, muerte para los delincuentes.

Transformase así, para muchos, la justicia en venganza y de pedir la muerte del criminal se pasa, porque en la guerra sucia electoral así se opera, a pedir también la muerte de quien se atreve a sostener una posición critica ante la estrategia gubernamental.

Desfondadas, ante los ciudadanos, las instituciones no ofrecen ya alternativas y amenaza la ley de la selva con instalarse entre nosotros.

Como es “entre ellos que se matan” nadie se preocupa por abrir siquiera una averiguación previa.

La “justicia”, como dice el epígrafe de este escrito, entiéndase lo que se entienda por dicha palabra, es ya, entre nosotros, mucho más importante que la vida.

Si una madre, como Alexandra Conopoi clama comida y la respuesta del Gobierno, fue la represión, la misma que le cerro las puertas a la solución, al dialogo y le abre las puertas a la muerte. Poco habrá de durar el escándalo, piensan y quizás con razón los gobernantes, pues los Venezolanos ya nos hemos acostumbrados a morir de hambre y por hambre. 

Los hechos se niegan. El gobierno nacional se ofende y luego, final y tardíamente, promete investigar. Botón de muestra de la falta de respeto por la vida fue el trato dado, por ese mismo poder, a los cuerpos solo echarle tierrita.

La crisis humanitaria, “el holocausto” que Solalinde trata, según él mismo lo declara, de “visibilizar”, es como la tragedia de tantos otros connacionales, que no son parte de la historia, que no tienen nombre y apellido relevante, totalmente invisible.

No podemos seguir así. Hemos de luchar, en ello nos va la sobrevivencia como nación, nuestra dignidad como ciudadanos, nuestra integridad personal para recuperar y defender, sobre todas las cosas, el valor de la vida.

Ha de ser esta y como dice Amos Oz lo más importante, lo más prioritario; lo que esta por encima de ideologías, credos y convicciones. En eso, en la celebración de la vida, es que hay que unirnos.

Feliz Año!!!

@EmilyVeraG
31 De Diciembre 2017

martes, 19 de diciembre de 2017

PARA CONSTRUIR LA DEMOCRACIA





...Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte...


Cesar Vallejo








Como la transición a la democracia, un anhelo largamente perseguido por millones de Venezolanos y por el que muchos sufrieron y sufren aun hoy en prisión, incluso muchos entregaron su vida, se frustró y hay, por todos lados, señales ominosas de no salir del pasado.

Como hemos perdido el camino hacia la construcción de un país más justo y equitativo; antes que nada por la traición de Ramos Allup después por la imposición –“haiga sido como haiga sido”- de Luis Florido y luego por la falta de imaginación, audacia, creatividad e inteligencia de la llamada oposición en la cual me incluyo.

Como hace falta recuperar ese aliento vital para salir adelante.

Como no podemos ni debemos permitirnos seguir hundiéndonos en el abismo de la simulación y la desigualdad.

Como estamos hartos de seguir siendo víctimas de gobernantes ineficientes, medrosos y corruptos que han hecho de la impunidad una segunda piel.

Como tenemos, por fuerza, que recuperar la esperanza y abandonar, aunque sea por un viernes, en este espacio al menos, la crónica del desastre que vivimos.

Me aventuro entonces a presentar, siguiendo la reiterada petición de los lectores que, hartos de la critica, quieren propuestas, tres iniciativas.

Primero y antes que nada insisto en la necesidad urgente de una moratoria de toda la publicidad oficial.

Que cesen de una vez y para siempre desde el gobierno central, los gobiernos estatales y municipales, que todas las instituciones del estado, ese pernicioso, estridente y apabullante bombardeo propagandístico al que nos tienen sometidos.

Que así nos devuelvan a los ciudadanos, de una vez y para siempre, la voz para juzgarlos; elegirlos y desecharlos.

Que no nos digan ya –con el dispendio de miles de millones de Bolívares que pertenecen a las instituciones públicas- en cada corte comercial, de la radio o la televisión, lo que hacen por nosotros y que se sometan, sin más escudo que sus propias acciones, al escarnio público.

Que sea así la imagen pública del funcionario, del legislador, del magistrado, la que sus propios actos construyen y no la que publicistas, expertos en imagen y charlatanes de toda laya nos imponen.

Que no sean más los medios electrónicos –por la vía de la manipulación y el tráfico de espacios en pantalla o en el dial- los grandes electores y que nos sea devuelta a los votantes una soberanía por la cual hemos luchado y que nos ha sido arrebatada por los grandes concesionarios, los narcos y los corruptos disfrazados de políticos, de los cuales, hoy, como la frustrada democracia Venezolana, solo somos rehenes.

No hablo, como Hector Rodriguez, quien aprovechando esa corriente que en contra de la política como medio para entendernos, han sembrado, de manera suicida e irresponsable, la televisión y su partido hecho gobierno, quien es uno de los que propone que no exista oposición sin un dialogo forzoso.

Esa es sólo una maniobra más de quien, hipócrita y oportunista, sabe que cuenta con el aparato y el presupuesto nacional para promover la polarización y el odio.

Hablo de la inmediata alza como ciudadanos de promover la lucha no violenta, resistir al estado de emergencia en el que nos han sumergido y que con total de toda actividad publicitaria de todas las instituciones del estado, nos tienen sumidos en la mas completa ignorancia, desinformados.

En segundo lugar propongo la creación de un frente político (serio) , que incluya a Estudiantes, Jóvenes, Sociedad Civil, Obreros, Mineros, Indios, Empresarios, Políticos, y Profesionales para realizar un acto de calle, pacifico, como lo establece la constitución, sin abandonar, sin mermar y sin justificar la violencia sobre la resistencia.

Así como se creó en sus diferentes momentos distintos focos con actividades simultaneas, debe realizarse el mismo a través de un Paro Nacional Indefinido, Permitiendo diálogos y negociaciones con quienes usurpan el poder y desangran a la nación para su rendición y como sera la manera en la que abandonaran miraflores, su salida es lo único negociable.

Que dejen ya los políticos (sean de oficialismo u oposición) y los partidos de explotar el hambre y la miseria.

Basta pues de programas como “En contacto con Maduro”, “Cayendo y Corriendo” y “Zurda Konducta” que son, no sólo instrumentos electorales, si no, instrumentos para sembrar el odio, la discordia, la mentira y la cizaña.

Atender a los millones de pobres de este país no puede seguir siendo, por la vía de la extorsión y el clientelismo, botín en disputa, como propone el PSUV, entre el gobierno nacional y los gobiernos estatales.

Propongo por último y porque la impunidad ha sido hasta ahora y habrá de ser en el futuro, si lo seguimos permitiendo, el sustento de gobiernos que manipulan el mandato popular o lo traicionan, RETOMAR los espacios cedidos, ASAMBLEA NACIONAL, ALCALDÍAS, GOBERNACIONES, CONSEJOS LEGISLATIVOS, TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA, para empezar, para que todo esto pueda resultar agregándole y quitandole ciertas cosas, es necesario como primer paso y el mas importante, Vencer el miedo, ese que nos paraliza, que nos impide seguir, venciendolo y reconquistando la democracia, sera posible, con la lucha sin desmayar, de manera constante y sin guavineo, llevar ante los tribunales a todos estos delincuentes.



Las constantes investigaciones y denuncias en el exterior ya no son suficientes; hay que hacer otras cosas. La magnitud de sus faltas exige una acción contundente.

Ese hombre, el que prometió sacar a los pobres de los barrios, el que entrego nuestro petroleo y dejó a los suyos robar a su antojo, no puede por el bien de una República que exige ser refundada, mantenerse incólume y seguir burlándose de todos nosotros.

Haría falta y para que los gobernantes respeten a los gobernantes, que quien ha delinquido desde el poder, quien ha traicionado a sus votantes, pague con cárcel sus delitos.

Saludable sería en este país y tal como estamos mandar a uno o varios politicos tanto de derecha como de izquierda a la cárcel. Para que aprendan; para que aprendamos todos.

Son tres propuestas, de entre muchas posibles, que sirven, creo yo, para pavimentar el camino hacia la democracia perdida; traicionada mas bien. ¿Ud. qué piensa?




Emily Vera G.

@EmilyVeraG

martes, 12 de diciembre de 2017

EL VERDADERO PODER DEL MIEDO. SEGUNDA PARTE

"Serán los potros negros
de bárbaros Atilas
o los heraldos negros
que nos manda la muerte”
César Vallejo.

Se les hizo fácil; abrieron la caja de Pandora sin pensar que una vez abierta ya no hay forma de dar marcha atrás. Poseídos ellos mismos por un miedo cerval, aterrorizados, por la sola posibilidad de perder sus prebendas y privilegios históricos, herencia divina más bien, decidieron romper, sin más, las reglas de la apenas recién nacida democracia con el más pernicioso de los enemigos de la misma: EL MIEDO.

No les fue difícil lograr que una población sin las defensas y los anticuerpos para resistir el contagio, esos que nacen de una cultura de la legalidad profundamente arraigada, contrajera esta perniciosa enfermedad. Apelaron a los más oscuros y primitivos instintos del ser humano y lograron, tras un intenso bombardeo, inocular el virus en una “masa” que comenzó a temer la diferencia como el más grave de los peligros.

Lograron pues, sin calcular que algún día el efecto habría de alcanzarlos a ellos mismos, desacreditar hasta hacerla perder sentido por completo a la democracia y convirtieron, pulsando sus demonios, al hombre, como dice Hobbes, en el lobo del hombre.

Los barones del dinero, la televisión y el segmento de la clase política nacida a su amparo y que trabaja siempre a su servicio, conspiraron juntos.

La inoperancia de las instituciones de control, las instituciones que se deben a los ciudadanos y aseguramiento del funcionamiento limpio y cabal del sistema democrático y la falta de escrúpulos de un presidente que, a contrapelo del mandato que no recibio en las urnas, metió ilegalmente las manos en el proceso, el CNE y el TSJ hicieron el resto.

A la tarea de demolición se sumó, igualmente aterrada, la silente alta jerarquía eclesiástica. Desde el púlpito y la pantalla prelados y sacerdotes pintaron con los más vivos colores, los de la condenación eterna, la apocalíptica amenaza que se cernía sobre la nación Venezolana.

Así líderes empresariales y políticos, pastores religiosos, cadenas de TV se unieron en la tarea de hacer del proceso electoral del 2012 una “santa cruzada” y tratándose de “guerra santa” lanzaron anatemas, condenaron al fuego eterno a quienes se les oponían y prometieron la salvación eterna a sus pueblos.

Profetizaron que, si la oposición se alzaba con una victoria electoral, las siete plagas asolarían al país. El crimen, la inseguridad, el desempleo, la miseria, la falta de libertades, la impunidad y la corrupción, si vencía Henrique Capriles, campearían en Venezuela.

No llegó el opositor a la presidencia pero sí las plagas tan irresponsablemente invocadas; las trajo el miedo que con su presencia se nutre, se extiende y crece entre nosotros y todo lo devora. 

Fue y sigue siendo el suyo el discurso del odio; el de conversión de los adversarios políticos, cualquiera que sea su bandera, merced a la propaganda, en un “peligro para la patria”. Ante la fe ciega perdieron sentido ideas y palabras. Se impuso el dogma, se sembraron entre nosotros la discordia, el encono. 

A las profundas heridas de la pobreza, a las que años de régimen autoritario hicieron al país, se suman hoy otras de aun más difícil curación; las de la frustración y la pérdida total de confianza en las instituciones de la democracia.

Con Henrique Capriles, que cometió el imperdonable pecado de la soberbia, recurrieron al expediente de tacharlo de “Mesías” en obvia alusión al “anticristo” encarnación ancestral de todos los males, heraldo del fin del mundo. 

Nada distinto hicieron y hacen hoy aquí de lo que en aquel “tiempo de canalla”, que diría Lilian Hellman, guío las acciones del gran inquisidor Joseph Macarthy y de Edgar J. Hoover, el verdugo.

Continúan aplicando el método, tropicalizado, de incentivar la paranoia colectiva a partir de la existencia de conspiraciones, que en la Alemania nazi eran judeo-masónico-comunistas y que aquí ponen en el mismo saco a opositores y al crimen organizado.

Émulos de Goebbels, los propagandistas gubernamentales, lo adelantan en la capacidad inmediata y masiva para promover, de ahí el discurso de la “Paz Nacional” la descalificación y el linchamiento, La tortura, la persecución y el encierro de quien sostiene una posición crítica.

Pero la epidemia continúa, incontenible, extendiéndose y alcanza a quienes la desataron.

El miedo y el odio marcan a este gobierno, están en la raíz de su fallida doctrina de guerra contra la delincuencia organizada, de su insensibilidad ante la pobreza, de su adicción a la propaganda, de su irresponsable tarea de destrucción de consensos.

Demoledor nato corta este gobierno los últimos puentes dejándonos a todos, incluso a él mismo, sin más vía de escape aparente que el retorno al pasado y es que el miedo, como Saturno, devora a sus hijos. 

Emily Vera G
@EmilyVeraG
12/12/2017